Rosa María Muñoz de León, bajo un vehículo, en el taller.
Rosa María Muñoz de León Cabrea es una de las pocas mujeres mecánicas de nuestra comarca. Hay otra en Villa del Río. En la provincia hay otra constatada en Santaella. Rosa Mari lleva seis años trabajando de mecánica en el taller de su tío, Antonio Cabrera, ubicado en el polígono industrial Camino de Morente, en Montoro. No siente ningún complejo realizando este trabajo, en el que se siente como pez en el agua porque hace lo que le gusta y, encima, le pagan.--¿Cómo te surge la idea de ser mecánica?
--Desde pequeña. En casa, desde siempre, he estado desarmando bicicletas, mi moto siempre la arreglaba yo, así como a mis amigos del barrio. Siempre me ha llamado la atención desarmar y armar cosas.
--¿En qué departamento estás especializada?
--En mecánica en general. Lo mismo hago un cambio de aceite que un cambio de embrague, una junta de culata,…, lo que me mandan.
--¿Llegaste a estudiar Mecánica?
--Sí, la hice aquí en Montoro. Estudié los 5 años de FP en La Laboral.
--¿Te han querido quitar de la cabeza que siguiera por esta senda?
--No. En el momento que le dije a mi padre que quería estudiar Mecánica me dijo que estaba loca, pero como me gusta tanto y como desde pequeña me llamaba la atención, tanto mi padre como mi madre me apoyaron desde un primer momento.
--¿Cómo se te pasa el día?
--Volando. Me da igual las horas que esté en el taller. Cuando disfrutas en el trabajo no te cuesta ningún esfuerzo desempeñarlo.
--¿Cómo te sientes rodeada de tantos hombres?
--Soy una más. No me tratan con diferencia. Siempre estamos bromeando. Me siento muy querida.
--¿Y los clientes?, ¿cómo te tratan?
--Al principio se sorprenden, pero luego les gusta que les atienda.
--¿Cómo puedes conciliar la vida familiar y laboral?
--Perfectamente. Yo conocí a mi marido cuando estudiábamos FP y ambos nos dedicamos a lo mismo. De hecho, ahora está trabajando conmigo en el mismo taller. Mi marido me ayuda en todo y las tareas de la casa las hacemos entre los dos.
--¿Cuántos años llevas dedicada al sector?
--Trabajando en este taller seis años. Hice un curso de chapa y pintura con Antonio Priego, en Bujalance.
--¿Cómo te sientes personalmente?
--El saber que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre en este oficio te llena. Hay veces que te tienen que echar una mano porque la fuerza de un hombre no es la misma que la de una mujer, pero a nivel de poder sí se puede.
--¿Qué mensaje le envía a aquellas mujeres que tengan el gusanillo de ser mecánicas?
--Que lo hagan, que luego no se arrepentirán.
--¿Fuiste la única de tu clase?
--Sí, siempre. Hubo varias muchachas, pero de Primero y Segundo no pasaron. Yo terminé y conté con el apoyo de todos los compañeros y profesores, que me animaban en todo momento.
--¿A quién le agradeces este sueño hecho realidad?
--A mi padre y a mi madre, que me han apoyado desde chiquita y a mi tío Antonio, el propietario de Talleres Cabrera, que me ha dado la oportunidad de disfrutar trabajando.
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