Fue aprobado en pleno en junio y
recibió el apoyo de 32 colectivos así como la adhesión de 526 personas
Ha sido sacerdote de la iglesia
de San Bartolomé durante 18 años, además de arcipreste del Alto Guadalquivir
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A.G.M.- En una sesión plenaria solemne,
anoche tuvo lugar en el teatro municipal de Montoro la entrega del título de
Hijo Adoptivo de Montoro al reverendo Rafael Rabasco Ferrerira, que durante 18
años ha sido el titular de la parroquia de San Bartolomé en esta localidad, así
como arcipreste del Alto Guadalquivir. Ayer también se cumplía el 22
aniversario de su ordenación como sacerdote. Abrió el acto la actuación de la
Coral Polifónica Montoreña, cuyo director, Máximo Pérez, dijo que “este acto
demuestra la sintonía que existe entre este pueblo, que forja a las personas, y
su labor como sacerdote, que ha dejado huella en el corazón de los montoreños”.
Cantaron canciones como Cordobesa, Camino del Santuario, Montoro tierra querida
y cerro Virgen de Amor. Esta última preparada para este momento tan especial.
Acto
seguido, el alcalde, Antonio Sánchez Villaverde, y la secretaria general del
Ayuntamiento, María José García Palma, subieron al escenario para celebrar una solemne
sesión plenaria extraordinaria histórica y levantar acta del acto. A ella asistió
la Corporación en pleno, así como los párrocos de Montoro, el de Cañete de las
Torres, el vicario, miembros de la Agrupación de Cofradías y público en general.
María
José García dio lectura al acuerdo plenario del 25 de junio, en cuyo punto
tercero se designó dicho nombramiento a petición de la cofradía de la Entrada
Triunfal de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Amor y la Paz de Montoro,
a la que se adhirieron 32 colectivos de la localidad.
García
leyó el acta de dicha aprobación, en la que se destacaron de su biografía los
valores religiosos y humanos de su personalidad, trabajador incansable y un
brillante curriculum, conciliador en cualquier ámbito, persona modesta,
paciente, prudente y sincera donde la palabra “no” no se encuentra en su
vocabulario. De su labor pastoral en Montoro destacó el crecimiento significativo
de la feligresía y el número de colaboradores, su apoyo a la recuperación de
tradiciones autóctonas y del patrimonio histórico—artístico de templos y
cofradías, entre los que se encuentran la recuperación de dos cuadros
magníficos del patrón, San Bartolomé, que fueron sustraídos en la contienda
civil y hallados en la parroquia de San Antonio de Padua, así como el sagrario,
la capilla de la Virgen del Rosario y las campanas de la torre. Destaca también
su labor social de servicio permanente con los más necesitados a través de
Cáritas Diocesana. Fue pregonero de la Semana Santa del 2009 y su integración
en la ciudad y compromiso con el pueblo le hizo merecedor en el año 2010 del
reconocimiento como Montoreño del Año. Posteriormente, se expuso al público
este expediente en el tablón de anuncios del Ayuntamiento, habiéndose
registrado en el Ayuntamiento 526 adhesiones a esta propuesta de nombramiento. Una
vez elevado al pleno, los tres ediles de IULV-CA se abstuvieron y los del PSOE
y del PP votaron a favor.
Acto
seguido intervino Martín González Laguna, en representación de la cofradía de la
Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y Nuestra Señora del Amor y Paz, quien hizo
alusión a unas palabras pronunciadas por el párroco en su pregón de Semana
Santa. Haciendo como portavoz del pueblo de Montoro, González dijo que “su
huella ha petrificado en la memoria de todos nosotros, impregnándola de fe,
caridad, esfuerzo y conocimiento, entre otras muchas virtudes que definen y
caracterizan a don Rafael”. En nombre de la cofradía agradeció el apoyo
colectivo y popular a la iniciativa de la cofradía, que reconoce “a una persona
amante de la Bella Escondida, esa que descubrió por obra y gracia del Redentor
hace 18 años para el bien de nuestro pueblo”. Dirigiéndose a él le dijo que
“usted es uno más entre todas las raíces que florecen en esta bendita tierra”. También
agradeció al Ayuntamiento por la aprobación de este reconocimiento, “por el que
es bien merecido este honor para poder verle regresar a su pueblo”. Añadió que
“don Rafael ha sido nuestro consejero y guía durante 18 años, una persona
sencilla que ha sabido escuchar, que se ha implicado en la vida social y
cultural de nuestro pueblo, que ha trabajado estrechamente con nuestra
hermandad y cofradías, que ha aportado su granito de arena para que Montoro
fuera ejemplo de solidaridad con los más necesitados”.
A
continuación intervino el presidente de la Agrupación de Cofradías, Pedro
Alanzabes, quien mostró su apoyo a esta iniciativa y dijo que “don Rafael ha
sido un referente durante los 18 años que hemos contado con su presencia, igual
que fue don Antonio Aguilar y que estamos seguros que serán Antonio Jesús
Morales (sacerdote de San Bartolomé) y Antonio Tejero (sacerdote del Carmen)”. Alanzabes
añadió que “esto nos debe hacer reflexionar sobre el peso de la iglesia y de
las cofradías en Montoro”. También destacó que siempre que han ido a buscarlo
lo han encontrado, “porque la unión nos ha hecho la fuerza”, agradeciendo la
sabiduría y paciencia recibida del reverendo.
A continuación
subió al escenario el homenajeado, que recibió de manos del alcalde los
distintivos de Hijo Adoptivo, como la medalla y escudo de oro de la ciudad y el
diploma acreditativo del mismo. Tras este mágico momento intervino el
protagonista, agradeciendo dicha distinción, besando la medalla como símbolo de
un beso hacia los presentes y haciendo una reflexión sobre su paso por Montoro.
Comentó que “cuando me marché a la iglesia de San Lorenzo, en Córdoba, me llevé
vuestro recuerdo y vuestro cariño y nunca pensé que iba a volver a recibir
este honor, que es mucho más de lo que
uno puede imaginar”. Recordando las palabras del Señor, dijo que “este pueblo
me ha ayudado a hacerlo bien, he disfrutado haciendo lo que tenía que hacer y
todos los días de esos 18 años he sido feliz y dichoso de trabajar en aquello a
lo que el Señor me ha llamado, siendo servidor de Montoro”. Prometió que “os he
amado con todo el corazón desde mucho antes de haber sido enviado por el obispo
José Antonio Infantes Florido”. Recordó que paseando una noche por la ribera de
Montoro descubrió el pueblo, “y para mi fue algo deslumbrante y me cautivó”.
Reconoció que no conocía ni a sus gentes, ni sus parroquias ni sus tradiciones
y sabía que era un pueblo catalogado como Conjunto Histórico, y soslayó que
salió de mi corazón la impronta de “a mí no me importaría ser cura de Montoro,
y la verdad es que a los pocos años el Señor me envió aquí, y desde 1996 comencé
a ser el Cura de Montoro”.
También hizo
un comentario muy acertado, señalando que “aunque somos dos parroquias, no
estamos divididos en calles, sino que nos sentimos, tanto Antonio como yo, los
hermanos, los padres y los sacerdotes de un pueblo al que hemos querido y
servido con todo nuestro corazón”. Por eso, consideró que es un regalo y una
suerte estar en este momento y agradeció a Dios “poder compartir esta fe, que
ha traspasado las puertas de la parroquia y me habéis ayudado a anunciar el
Evangelio de la fe por todas las calles con nuestras manifestaciones
religiosas, nuestras actividades folclóricas y culturales, haciéndome disfrutar
con vuestras fiestas y emocionarme con vuestras tradiciones como la Semana
Santa, nuestra romería de Las Veleras y con tantas cosas que guardo en mi
corazón”. Añadió desde hace ocho meses que está en la iglesia de San Lorenzo,
cuando en la agenda repasa las hojas piensa en Montoro, “porque un sacerdote,
cuando ha servido a una parroquia y se marcha de ella, se deja una parte de su
vida, un trozo de su alma y su corazón, y yo me he dejado aquí 18 años de mi
vida, de felicidad y de gozo que hoy se ven recompensados con vuestro afecto y
reconocimiento”. Culminó diciendo que “no he hecho nada especial, sino lo que
hacemos todos, cumplir con nuestras obligaciones; por lo que cualquiera de los
que estáis aquí merecéis esta medalla, este escudo y este diploma, porque
muchos lleváis el trabajo a duras penas, porque la crisis nos amarga a todos,
aunque la dificultad del trabajo, la enfermedad, las circunstancias de la vida
concreta sí que es loable y reconocible y sin embargo me habéis elegido a mí, y
lo único que he hecho ha sido amaros, quereros y también en muchas ocasiones
meter la pata”, reconociendo que en algunos momentos les pueda haber fallado,
“ya que a veces me ha fallado el cansancio o la cobardía o la limitación de mis
fuerzas, por eso hoy, a pesar de que me adornáis con estos títulos, no puedo
olvidar que soy un pobre pecador, un miserable hombre, que más que a esta
persona, le hacéis un reconocimiento al Señor, que fue el que me trajo a
Montoro”. Concluyó diciendo que “Montoro ha sido mi luz, mi cruz, mi gloria y
Montoro será también la tierra en la que, si Dios quiere, descansen mis huesos
y mi cuerpo, porque aquí quiso descansar mi padre, aquí descansará mi madre y
aquí descansaré yo si Dios no dispone otra cosa”.
Cerró el acto
el alcalde, Antonio Sánchez Villaverde, quien destacó que Montoro tiene ya tres
hijos adoptivos, el periodista Matías Prats Cañete; el sacerdote Antonio
Aguilar de la Fuente y Rafael Rabasco. Resaltó que “es más difícil ser párroco
que alcalde de un pueblo, por la responsabilidad, entrega, constante desvelo
por todas las personas y sobre todo a los que más se deben, los más humildes”.
Añadió que “los sacerdotes tienen algo especial, que han recibido una llamada y
han respondido a ella; por lo que supone un reto en la vida, hay que tener
valentía”.
Resaltó
asimismo su valentía al subirse al balcón del Ayuntamiento a pronunciar el
Sermón del Paso, “como Antonio Jesús Morales, y ha participado en todo”,
apostillando que “el Ayuntamiento ha sido un receptor del deseo y del cariño
que le tiene Montoro a don Rafael, del que hemos aprendido todos, siendo buenos
vecinos, y que un cura y un alcalde se lleven bien durante 18 años es un éxito,
pero eso se debe al respeto, intentando sumar fuerzas y esfuerzos para
conseguir lo mejor para los montoreños”. Clausuró el acto la actuación de la banda
de música Juan Mohedo.