Las calles de Adamuz se convierten cada uno de febrero en un reencuentro con la tradición más arraigada de esta localidad serrana del Alto Guadalquivir, por la que reciben su cariñoso apodo de “culiquemaos”. Los vecinos se suelen reunir por barrios y familias para disfrutar de una velada de convivencia en la que no faltan las viandas, las sardinas y muchos productos derivados del cerdo que se guardan con celo en muchas de las despensas de los hogares tras la matanza del pasado mes de diciembre.
El Ayuntamiento ha sorteado este año cinco lotes de productos entre los participantes, tratando de mantener esta costumbre, cuya tradición histórica se pierde en la noche de los tiempos. Hombres, mujeres y niños de todas las edades sortean el fuego osando a saltarlo como muestra de arrojo y capacidad física. Pero además supone una limpieza del alma y el espanto de los malos espíritus. Tradiconalmente se cantaban canciones típicas de la fecha, que coincidía con la recogida de las aceitunas. Pero este año, entre la mala cosecha y la fuerte crisis, las peticiones han sido bien claras: "que se acabe la crisis cuanto antes y que el año que se inicie la recuperación ansiada".
No hubo que lamentar accidentes, aunque sí algún que otro pantalón quemado por la altura tan alta que llegaron a alcanzar las llamas en algunas ocasiones. Pero todo quedó en agua de borrajas. El tiempo ha acompañado y los vecinos han sacado su carácter divertido para disfrutar desde primera hora de la tarde de una celebración que va a más a pesar de los tiempos que corren. Aunque hay que tener en cuenta que con una actividad como esta solo hace falta ganas de diversión y participar con los vecinos y amigos en torno a una candela y productos de la tierra.
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