domingo, 29 de agosto de 2010

CAÑETE DE LAS TORRES: Pregón de la Virgen del Campo a cargo de Diego Torralbo Huertas

Pregón a la Virgen del Campo


28 de agosto de 2010

En el año 1992 debido a mi afición por la música pasé la fiesta del Rocío en la aldea; aquella experiencia no fue muy positiva y a la vuelta decidimos no volver a ir en las mismas condiciones. Al año siguiente nos encontramos de nuevo junto a la Virgen, allí entablé una esporádica amistad con un sacerdote valenciano que durante el rezo del rosario nos comentó una anécdota por él vivida que me hizo pensar. Tras un año aciago en la fiesta del Rocío decidió que no volvería más pero al encontrarse al año siguiente de nuevo allí comprendió que era la Virgen la que había querido que estuviera en aquella celebración, de alguna u otra forma la Virgen, contaba con voz entrecortada, había requerido su presencia y él no había tenido más remedio que acudir a su llamada.

La Virgen había querido que él regresara… .

Señor Alcalde y autoridades. Señor Cura párroco y sacerdotes, Hermano Mayor y miembros de la Cofradía de Nuestra Señora María Santísima del Campo y del resto de las cofradías. Vecinos de Cañete de las Torres, amigos y amigas todos.

Fue en una charla de barra de bar, con el calor del mediodía, tomando una cerveza, en esos momentos todo lo que se dice deja de ser trascendente nada más salir por la puerta. Pero aquel miércoles del verano de 2008 este que os habla había recibido una noticia que le dejaría pensativo durante muchos días.

En el verano de 2008, hace ya dos años, pero que tan cercano hoy me parece, Rafa me comunica que era su deseo que el pregón del año 2010 lo hiciera yo, el pregón del año de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora del Campo; mi respuesta fue rápida, sin dudarlo le dije que sí.

Año 2010, año de la Coronación de la Virgen.

Cuando mi euforia inicial se calmó un poco me fui dando cuenta de la enorme responsabilidad que había contraído aquel día. Yo, que pensaba que la empresa sería fácil me quedaba sin palabras y un día y otro intentaba enfrentarme a una hoja en blanco sin éxito.

Pensé en la Virgen, repasé rápidamente mi vida e intenté buscar en ella momentos en los que la Madre de Dios hubiera estado cerca de mí; y al principio, sólo al principio, no acertaba a encontrarla. Apenas recuerdos de niño llegando a la ermita de Madre de Dios, o jugando con los amigos en los alrededores; o la imagen de la Virgen pasando por mi casa; también recuerdo las novenas que hacía mi madre, costumbre que aún no ha perdido.

Seguí buscando…
Una de mis pasiones es viajar, todos lo sabéis (afición que por suerte comparto con mi esposa), y haciendo un repaso a mis viajes ¡sorpresa!; me encuentro con María. Me viene a la memoria un viaje al sur de Francia con muy buenos amigos y allí me encuentro a la Virgen, la que llamamos de Lourdes. Aquel lugar impresionaba (siempre me sobrecogen los santuarios dedicados a la Madre de Dios), era inmenso, pero también inmenso era el gentío allí congregado, la mayoría buscaba ayuda, a veces imposibles; pero la fe que se reflejaba en todas y cada una de las caras de los allí presentes reconfortaba; la Virgen estaba allí en cada peregrino, en cada enfermo, eso era ya un milagro, un pequeño milagro que todos guardamos en nuestro interior y que seguramente hemos evocado en más de una ocasión a pesar de todos los años transcurridos.
Volvía a buscar en mi interior y me veía cantando en el coro de la parroquia, en esa banca, Domingo tras Domingo; hoy había una boda, mañana los oficios de Semana Santa, las confirmaciones, y en septiembre a preparar la novena, entonces había tiempo para ensayos, para aprender nuevos cantos y nos esmerábamos, y mucho, para que todo saliera bien, como hoy también lo hacemos. Han sido más de veinte años cantándole a nuestra Virgen, a nuestra querida Virgen del Campo; oyendo contar sus grandezas; recuerdos de infancia de D. Manuel, otros más cercanos de D. Pedro o de D. Constantino; también de D. Nicolás Crespo. En especial quisiera traer esta noche a mi pregón una reflexión de nuestro actual párroco, D. Nicolás Rivero, se la escuché precisamente el mismo día en que conocí que hoy estaría aquí, en este privilegiado estrado: D. Nicolás llevaba por entonces algo menos de un año en Cañete y era una de las primeras veces que predicaba en la novena, dijo unas palabras que rápidamente anoté en mi memoria y que tenía que traer hoy aquí. Dijo que la Virgen del Campo impresiona a todos los que se acercan a Ella y la conocen; la conocen y la admiran reflejada en cada uno de los habitantes de nuestro pueblo; en resumen dijo: “La Virgen del Campo me ha robado el corazón.”
La Virgen le había robado el corazón, y como a él a tantos sacerdotes que habían pasado por el pueblo. No puedo dejar de recordar en un día como hoy a todos los sacerdotes y religiosas hijos de este pueblo que siempre han llevado su devoción, digamos que genéticamente adquirida, allá por donde han ido. En especial pienso en aquel “viva la blanca paloma de Cañete de las Torres”, con que cada noche de novena se despedía el ya desaparecido D. Virgilio Olmo el año en que le tocó presidirla.
Y las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, las monjas, nuestras monjas. Siempre dispuestas a todo, visitando enfermos, ayudando en catequesis, en el coro de la parroquia; todos en estos momentos tenemos el nombre de alguna de ellas en nuestra mente; imposibles de olvidar. Pido a nuestra patrona que cuide de todas y cada una de ellas, pues su entrega y su amor a Dios y a los demás nos hacen ver lo que de grande tiene la Humanidad. La Virgen del Campo tiene el próximo día cuatro de septiembre un sitio reservado para ellas, un lugar de privilegio que todos comprenderéis que se merecen.

****************************************
Aparece ante mí la isla de Cuba; en el sur, Santiago nos ofrece a su Virgen de la Caridad del Cobre, allí, bajo su pequeña imagen se cobija la isla entera; y con fe, con la fe que se ve en los humildes, campesinos y trabajadores se acercan y le piden a su madre que los ayude, y entre áureas ofrendas se encuentran las florecillas que los niños le llevan. La pequeña ermita al final de una escalinata me vuelve impresionar, como impresionan todos y cada uno de los santuarios marianos que hay en el mundo. Otra vez María presente en mi vida, en el lejano Caribe había visitado un templo dedicado a la Virgen María, hice memoria de mis viajes y en casi todos Ella aparecía, en el Rocío, en Zaragoza, en Covadonga, en Guadalupe, en la vecina sierra de Andújar, muchos, incontables viajes en los que me he encontrado con María, la Madre de Dios, bajo alguna de las innumerables advocaciones que la adornan.

En Éfeso (Turquía) visité la casa en la que según la tradición vivió María, lugar en la que le acompañó Juan, el discípulo preferido. Otra visita que os traigo y que me hace darme cuenta que la presencia de la Virgen en mi vida no es en absoluto escasa.

Me vuelvo a ver a mí mismo como capataz en la Semana Santa de nuestro pueblo y encima del paso, de nuevo la Virgen. ¿Cuántos años bajo sus trabajaderas?, ¿Cuántos años guiando su paso?, otra vez la Virgen María y yo, frente a frente, entonces me doy cuenta de lo privilegiado que he sido y de las oportunidades que he perdido para hablarle, para rezarle, para pedirle. Pues sí la Virgen me ha acompañado siempre, y yo a ella, sin darme cuenta muchas veces.

Todos los presentes seguramente habréis tenido experiencias parecidas a las mías, en algún momento, en algún viaje, ya sea voluntaria o involuntariamente os habréis encontrado con la Virgen, no en vano Andalucía es la tierra de María y a las afueras de cualquier pueblo o ciudad, al final de una larga escalinata es fácil hallar a la Virgen. Siempre al final de un escarpado camino que yo pienso no es más que una metáfora de nuestra vida, con sus dificultades y problemas. Una peregrinación (y pensad en la Virgen de la Cabeza o en el Rocío los que allí hayáis estado) es una pequeña vida que suman los que en ella participan, de ahí quizá venga la palabra vivencia, que todos utilizan para hablar de las vicisitudes de los días de camino, los malos ratos, el cansancio, la alegría, la amistad, la esperanza de la llegada, en fin, la vida misma.

Puede que una de esas vivencias me haya traído aquí hoy a contaros, a cantaros las grandezas de María, las grandezas de nuestra querida Virgen del Campo.

A LA VIRGEN DEL CAMPO

¿Quién nuestro pueblo enaltece
con orgullo?
¿Quién brinda a los cañeteros
una estampa tan galana
que oscurece la mañana
con su brillo y con su encanto?
¡La Virgen del Campo!
¿Quién, cuando negra pena ronda
Y niega nuestra alegría
nos escucha y nos ayuda,
nos arropa con su manto?
¡La Virgen del Campo!
¿Quién sabe de nuestras cuitas;
a quién rezamos cantando;
mostramos nuestras torpezas,
pedimos salud, trabajo,
fuerza para nuestras almas
y consuelo para el llanto?
¡La Virgen del Campo!
¡Madre! Mi padre está enfermo.
¡Madre! Mi niño no aprueba.
¡Madre! Que en este nuevo trabajo
mi marido suerte tenga.
…Y que llueva en nuestros campos…
Todos pedimos y… ¿qué damos?
Le damos nuestro cariño
a la Madre de este pueblo,
formamos con nuestra fe
bella corona de oro,
con nuestros vivas rubíes,
esmeraldas con aplausos,
con lágrimas, blanco nácar,
claveles, lirios y nardos.
Y así, Coronada, Madre,
el pueblo te sigue amando
muchas veces en silencio,
muchas veces contestando
a todo el que de otra tierra
pregunta, ¿quién resplandece
en ese trono dorado?
Una voz que es todo un pueblo

contesta:
¡La Virgen del Campo!
¡Es Nuestra Madre del Campo!

Cualquiera de vosotros en un día como hoy tendría algo que contar sobre la Virgen. Sólo mirar a vuestro alrededor, en la banca de al lado y encontrareis un motivo para pensar que la Virgen no sólo está representada en el altar, sino que participa de este acto; amigos que no se ven desde hace un tiempo y que hoy tienen todos puesta su mirada en María. Ella lo ha querido así, no tengáis la más mínima duda. Pensad si no en esa persona a la que hace tiempo no saludabais o simplemente con la que por uno u otro motivo ya no tenéis relación; hoy bajo el manto que nos cobija a todos, el deseo de María Santísima del Campo es que retomemos esa amistad perdida o simplemente olvidada. Son pequeños milagros que realiza la Virgen y que éste que os habla hace ya algún tiempo los siente cerca.
Escuchad a la Virgen; aunque creáis no oírla, ella os habla, ella os ha traído hasta aquí y hace que esta noche, de alguna u otra forma sea tan especial. En estos días en nuestro pueblo hay padres e hijos que hacía tiempo que no se veían; hay amigos que se reúnen con amigos y que por poco creyentes que sean tendrán en su conversación a la Virgen del Campo.
Escribiendo este pregón recuerdo el año del 250 Aniversario, año también de grandes celebraciones y año en el que dimos gracias a Nuestra Patrona por su ayuda en el terrible terremoto que asoló nuestro pueblo en el año 1755. De toda aquella celebración el aquí presente dio fe, pues fui elegido secretario de la comisión creada para llevar a cabo todos los actos conmemorativos de tan señalado evento. Yo también fui elegido una vez más para estar cerca de la Virgen.



****************************************************
¡Miradla!, en su trono ya sonríe, y se siente Coronada, sólo por los detalles que cada uno de vosotros sus hijos guardáis y que, quizás, incluso os pasen desapercibidos. ¡Buscadlos!... los encontrareis.
La Virgen del Campo ya se siente Coronada con vuestra ilusión, la habéis coronado cada día que ha paseado por nuestras calles, cada vez que se ha parado en los altares que engalanaban los diferentes recorridos y que con tanto cariño habéis preparado; cada día que era portada por las mujeres y los hombres de este pueblo. La mirada de un enfermo, el aplauso de un niño, los vivas del gentío eran también corona dorada que adornaba su bella imagen.
No hay que esperar más para ver la alegría en su rostro. Ahora comprendo lo que de ella han dicho plumas con más y mejor literatura que yo. Os traigo algunos ejemplos:

“Mírame Madre,
dime con tus ojos que me amas tanto,
que aún sigues protegiendo a mi pueblo,
que aún lo cubres con tu manto santo”
(Pregón de Juan Carlos Fernández Olmo, 2003)

“Virgen del Campo sobre mar de oro
Soberana en la tierra nos mantienes,
Corona ciñe espigas en tus sienes
Señora de la mies y su tesoro”
(Julio Aumente, 1983)

“Su manto es el que bordan
Las amapolas del prado.
Su seda es la que ondea
En los trigales de Mayo”
(D. Nicolás Crespo M. Pasa la Virgen del Campo)


“Dulce manantial
De sombra
Para el verano amarillo.
Luna de nieve
En la siesta
Lirio
Al borde del camino”

(Mario López, publicado en la Revista de Feria de 1984)
¿Cómo os hablo ahora de María Santísima del Campo? No soy teólogo, ni historiador, al fin y al cabo la visión de la Virgen que cada uno de vosotros tenéis es demasiado bella para divagar en temas tan prosaicos.
Esta noche os estoy contando mi experiencia, las veces que la Virgen María me ha acompañado en mis cuarenta y dos años de vida en este pueblo. Años que como cada uno de vosotros la he visitado en su ermita, años que la he acompañado en su novena, años que he subido en procesión hasta su templo.



************************************
El gran día ya está cerca, sólo queda un pequeño esfuerzo, un escalón más para ver el deseo de un pueblo hecho realidad; nadie nos dijo que iba a ser fácil, recordad que para llegar a su ermita la Virgen nos lleva por caminos largos, a veces escarpados y sinuosos pero que tras llegar a la meta su presencia nos hace olvidar todas las dificultades y comprender que al final mereció la pena.

Merecerá la pena ver a nuestra Virgen del Campo Coronada.
Pero ¿y después? Con la coronación todos nosotros contraemos una enorme responsabilidad, pensad que no podemos ni debemos fallarle. Desde el cuatro de Septiembre en adelante tendremos que cantar todas sus grandezas, tendremos que seguir acompañándola, si cabe, mucho más que hasta ahora lo hemos hecho y tendremos, sobre todo que ser ejemplo, pues siempre el ejemplo ha sido la mejor manera de predicar; que en nosotros se vea cambio y que María Santísima del Campo nunca se sienta sola, que en los hijos de este pueblo se vea la bondad de María y que, allá donde vayamos recordemos que un día vimos su imagen coronada. La Corona que el sábado próximo colocará el obispo sobre Nuestra Patrona nos cargará, repito, de obligaciones. No la defraudemos.
Pido desde aquí que cada año en su fiesta volvamos a coronarla con nuestra entrega a los demás, con nuestra compañía, con esos pequeños detalles que sabemos, de sobra, que nos distinguen como hijos de María Santísima del Campo, 2011, 2012, 2013, y así por siempre, volverán a ser años de la Coronación de Nuestra Patrona. Y volverá un pregonero a cantar su belleza, y volverá Cañete entero a llevarla a Madre de Dios cada 8 de septiembre y volveremos a hacer juramento de fe ante su presencia.
Cada vez me siento más convencido de que hoy estoy aquí porque Ella así lo ha querido, muchos detalles y anécdotas que he contado me conducen hasta su presencia.
Os diré que mi boda hace ya once años iba a ser en esta parroquia, todo lo teníamos preparado la que hoy es mi esposa y yo para que así fuera, incluso las invitaciones estaban ya repartidas; por diversos motivos un par de días antes tuvimos que cambiar el lugar de la celebración, nos fuimos a la ermita de Madre de Dios, y allí, de nuevo me encontré con Ella.
María, aquel humilde pastor gallego que te vio por primera vez y que fue por ello también tu primer pregonero volvería a sorprenderse hoy de nuevo por tu belleza, por tu alegría y por el amor que irradias, porque tu advocación del Campo contiene la raíz, el sentimiento de nuestro pueblo. Que siempre seas refugio en quien resguardarnos de las tormentas que nos acechan, y que como, aquel día en que libraste a este pueblo, a tu pueblo, del terrible terremoto, nunca nos abandones. Cañete de las Torres es un pueblo agradecido y por los siglos te reconocerá como su Reina.
En 1987 un grupo de jóvenes de este pueblo se reunían para intentar preparar una misa romera y cantarla el día nueve de septiembre, en la puerta de Madre de Dios. En ese grupo también estaba yo; y como se dice que “quien canta reza dos veces” quiero terminar mi pregón con una oración a Nuestra Madre.

Compañeros…
Mi Madre del Campo
Entre madres la primera
eres querida y hermosa
y entre el pueblo campesino
eres Virgen primorosa.
Entre olivos y aceitunas
tu semblante es claro y blanco

¡Viva la Madre de Dios
Nuestra Señora del Campo!
Entre amados cañeteros
eres la Madre bendita
que a la ermita que te acoge
con tu rostro dulce invitas.
Entre vecinos bendices
a quien rogando te pide
qué bien escuchas paciente
y en compasión les asistes.
Entre mil cantos flamencos
entono así mi plegaria
que eres la más dulce madre
y en mi vida necesaria.



Gracias.
Diego Torralbo Huertas

1 comentario:

soledad marin moyano dijo...

enhorabuena diego ,no pude ir al pregon pero lo he leido aki es precioso.MUCHAS FELICIDADES

Publicar un comentario

Escriba lo que piensa. Envíe su comentario sobre esta noticia, utilizando su nombre y apellidos y no como anónimos.

Confirmado: La base logística del Ejército irá en La Rinconada

Redacción. Un momento de la presentación de la futura Base Logística del Ejército, que irá junto a Villafranca. Se puede decir que le ha to...