El alcalde, cuarto por la derecha, con la miss romería, sus damas y miembros de la junta directiva. |
Son muchas las vicisitudes acaecidas en Villafranca a lo largo de estos años que un servidor lleva al frente de esta Alcaldía, pero tengo que decir que me llena de orgullo ver como mi pueblo es capaz de superarlas y resurgir cuando llegan sus fiestas. Villafranca ofrece siempre sus mejores galas y, es de sobra conocida, su hospitalidad para con el visitante, que en el caso de la romería se eleva a la máxima potencia, dado el gran número de personas que llegan desde todos los rincones del país para compartir con nosotros esos días de júbilo.
Así, quisiera tener una referencia para todos los paisanos que, por diversas circunstancias, viven fuera de nuestra localidad y que, como hemos comprobado en los escritos que recientemente se han publicado, añoran su pueblo, sus raíces y, cómo no, su romería. Para todos ellos, un grandísimo abrazo.
No se puede negar que nuestro pueblo está cambiando a pasos agigantados. Villafranca ha crecido, se ha desarrollado, convirtiéndose en un municipio en claro progreso, pero, a pesar de todo, sigue siendo un pueblo cercano, acogedor y festivo, a la vez que responde, solidario y comprometido. Hemos sabido conservar nuestra propia idiosincrasia, nuestras raíces y nuestra cultura. Es por ello que debemos cuidar nuestras tradiciones y la romería quizá sea la más enraizada de ellas.
La agricultura, el antiguo y noble arte de cultivar la tierra, ha sido la actividad creadora a través de los tiempos más importantes de Villafranca y es la que ha impregnado auténtica fisonomía a nuestro pueblo, manifestada en su modo de ser, en sus costumbres y tradiciones En estos días homenajeamos a todos esos hombres y mujeres que a lo largo de la historia han trabajado y labrado nuestros campos. Gracias a todos ellos y a su apuesta por este sector hoy podemos tener un desarrollo económico pleno.
En este punto quiero, y debo tener, unas palabras para uno de los nombres propios de nuestra romería: Paquillo. Es cierto que este año nuestra fiesta estará un poco huérfana por la ausencia de una de las personas que más trabajaba para que, cada año, esos días brillaran con luz propia. Mi más sincero homenaje para un hombre amable, leal y trabajador que nos dejó de improviso y al que se echará siempre de menos.
Por último, me gustaría agradecer la colaboración de los numerosos empresarios que, a pesar de la difícil situación económica que estamos atravesando, han contribuido con su aportación al engrandecimiento de las fiestas. Agradecimiento que hago extensivo a todas aquellas personas que, desde la creación de la hermandad, hasta hoy, vienen trabajando desde sus diferentes responsabilidades como hermanos mayores, miembros de la junta directiva, etcétera, haciendo posible que, año tras año, podamos disfrutar de todos los actos lúdico—religiosos presentes en el programa de esta festividad.
En el nombre de la Corporación, y en el mío propio, os deseo que, en estas fiestas que vamos a celebrar, disfruten con gran alegría y quede en nuestra memoria como uno de los mejores recuerdos.
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