El Salón de Actos Municipal de Montoro ha acogido la presentación del libro Catalina Alanzabes Pabón “La Sabia ”. Vida y obra de una montoreña ilustre, coincidiendo con el XXXV aniversario de la muerte de esta mujer tan querida y conocida por multitud de lugares por toda la geografía española. En el evento se dieron cita más de un centenar de personas llegadas desde Madrid, Segovia, Córdoba, Jaén, y otras muchas ciudades y localidades vecinas, interesadas en conocer datos sobre esta mujer tan enigmática para la historia de la ciudad de Montoro.
La obra - escrita por el Cronista Oficial de Montoro, D. José Ortiz García - relata diferentes episodios de una señora que poseía un don especial para la medicina y curación de enfermedades, ya que a pesar de ser analfabeta de nación, recetaba medicamentos de actualidad para el momento estudiado, además de describir con exactitud fórmulas magistrales a quien lo precisaba, llegando este hecho a extrañar profundamente a ciertos facultativos en la materia.
Durante el evento intervino un presentador del acto que habló de la amistad que le une con el Cronista Oficial; el editor y el propio escritor de la obra, el cual puso de manifiesto que “… ha sido un libro realizado con mucho cariño y esfuerzo propio, tanto por las horas empleadas de ir de casa en casa por el vecindario oyendo diferentes versiones de las narraciones orales, como por el desembolso al que se ha prestado para que esta biografía no quede en el olvido…”. De la misma forma destacó que era un libro escrito de forma sencilla y coloquial, puesto que era consciente que muchos de sus lectores no tuvieron la oportunidad de aprender a leer y a escribir por los propios condicionantes políticos de los años cincuenta y sesenta. Es un libro para todos, universal, no solamente para los que saben.
Son más de sesenta anécdotas contadas de primera mano por personas que convivieron con la Sabia , y a modo de ejemplo se puede destacar una anécdota que narra que, con sólo cuatro años de edad – nació en 1895 – llevó a cabo la curación de un enfermó desechado por la ciencia con tifus. Era una mujer rodeada de gente humilde, pobre y necesitada.
Un bolígrafo y un pequeño cuadernillo eran los objetos cotidianos presentes en su mesa para que sus pacientes escribieran lo que ella les indicaba. Hemos de tener en cuenta que nuestra protagonista nunca intentó curar algo que no estuviese al alcance de sus manos, puesto que cuando se hallaba con dolencias de gravedad ella les apuntaba a los familiares el especialista que debían de llevar al convaleciente tanto en Córdoba, Puerta de Hierro de Madrid o Bilbao.
Al coincidir con el aniversario del fallecimiento de esta montoreña, el historiador indicó que sus familiares más directos conocen que unos días antes de su fatal desenlace penetró en su cuarto una paloma que dio varias vueltas, expresando ésta a sus hijas que en pocos días moriría. El día 19 de octubre de 1977 tras pasar una consulta de una familia forastera, le expresó a su hija que no visitaría más pacientes, muriendo dos horas después como consecuencia de una parada cardio-respiratoria.
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