Un hecho histórico ocurrirá en Córdoba el 27 de junio: la Virgen de los Remedios Coronada saldrá en procesión desde la iglesia de San Hipólito y pasará por la Catedral.
Por Luis Segado Gómez
Cronista
Oficial de Villafranca
Entre las devociones seculares de los
villafranqueños ocupa un lugar destacado la que profesan a Nuestra Señora de
los Remedios. El fervor que despierta en la villa esta advocación mariana es
superior a cualquier otra, incluyendo la Inmaculada Concepción que ostenta el
título de patrona desde 1651. El protagonismo que a lo largo de los siglos ha
gozado la imagen de los Remedios, ha merecido que el pueblo le concediera el
título de Protectora del Vecindario y deseara fervorosamente su coronación
canónica, anhelo que vio culminado el 7 de septiembre de 1986.
1. Aspectos artísticos e históricos de la imagen
Un análisis artístico
de la primitiva imagen nos indica que se trataba de una talla castellana
rústica que por sus características podría datarse entre los siglos XIV y XV,
transición del románico al gótico. La escultura tiene una breva en la mano
derecha y con la izquierda sostiene al Niño, que sujeta entre sus piernas un
libro cuyas hojas mantiene abiertas con sus pequeñas manos.
Algunos
estudiosos en la materia nos descifran la simbología de los atributos que
presentan ambas imágenes. Empezando por la Madre indican que la breva
representa el fruto del pecado en contraposición de Jesús, fruto de la
Redención, asimismo la mencionada breva puede significar la brevedad de nuestra
vida terrenal. El libro que presenta el Niño se refiere a la doctrina que iba a
predicar, recogida en los textos del Nuevo Testamento.
Aunque
desconocemos el origen de esta imagen, así como su procedencia y llegada a la
localidad, existe una coincidencia entre la fecha que la hemos datado y la
repoblación de la pequeña aldea de El Cascajar, actual Villafranca, en los años
1359 y 1360 por gentes venidas de tierras castellanas, por lo que podríamos
aventurar que la hubieran traído entre sus pertenencias.
Al
menos desde el último tercio del siglo XVI la efigie de la Virgen estaba
vestida según se desprende que en 1579, una devota exprese entre sus últimas
voluntades el deseo de que sus albaceas manden hacer un manto blanco, con
adornos de oro y plata, para Nuestra Señora de los Remedios. Hasta su
desaparición en 1936 la imagen continuaba luciendo sus vestidos, así lo
atestiguan las fuentes orales y lo corrobora una fotografía de principios del
siglo XX en la que aparece, en las andas procesionales, con un cetro sobre la
mano izquierda y la media luna a los pies. También se distinguen las coronas
que sobre la cabeza ostentan la Virgen y el Niño. En los primeros meses de la
guerra civil, profanaron la ermita de los Remedios y desaparecieron todas las
imágenes que custodiaba entre la que se encontraba la de Nuestra Señora.
Algunos devotos la buscaron en los alrededores del templo, pero su búsqueda
resultó infructuosa.
Finalizada
la contienda el párroco de la localidad, don Enrique Ayllón Cubero, deseoso de
reanudar su culto, encargó al prestigioso imaginero cordobés don Juan Martínez
Cerrillo una nueva talla de la Virgen, que es la que actualmente veneramos.
Dicho imaginero me confió, en 1982, que tomando como modelo una fotografía de
no muy buena calidad, que le había facilitado el sacerdote, talló la nueva
escultura en madera de pino de Flandes, vieja y curada para evitar posibles
grietas.
Siguiendo
las indicaciones que le habían dado, el artista la acaba con la misma
policromía de la antigua: camisa blanca, túnica azul y manto rojo, con pátina
de oro en las dos últimas piezas. La nueva imagen fue depositada en la
parroquia donde la bendijeron para posteriormente exponerla a la contemplación
de los fieles, que inmediatamente comenzaron a venerarla con el mismo fervor
que profesaban a la antigua. El 8 de septiembre de 1940 se procesiona por
primera vez y a falta de andas, es paseada por las calles de la villa en brazos
del hermano mayor en medio de la contenida emoción de los villafranqueños que
ilusionados habían esperado este momento.
En
los años finales del siglo XX esta talla se encuentra algo deteriorada por lo
que es restaurada en dos ocasiones la primera, muy superficial, en 1982 por Francisco Sicilia García profesor
de la escuela politécnica de Granada. La actuación más importante la lleva a
cabo, en el verano de 1990, el escultor cordobés Miguel Arjona Navarro, que
según expuso en el informe que emitió, curó la madera que se encontraba abierta
y diseñó los dedos del Niño. Además, pintó
el pelo, las caras y los vestidos de la Virgen y de su Hijo. Desde 1982, la
imagen luce a sus pies una media luna de plata repujada, donada por unos
devotos.
2. Orígenes de la devoción
Como ocurre con la
mayoría de las advocaciones marianas, los orígenes de la devoción a Nuestra
Señora de los Remedios en la localidad no se pueden demostrar documentalmente.
Sin duda, queriendo buscar una explicación a su presencia en la villa se forjó
una leyenda que, aunque sin ningún fundamento histórico, ha llegado hasta
nosotros a través de la transmisión oral.
Cuenta
la tradición que unos pastores cuidaban su rebaño, en un paraje cercano al
pueblo, cuando de pronto encontraron la imagen de la Virgen en el actual
emplazamiento de la ermita. Tras avisar a las autoridades, la depositan en la
antigua parroquia a la vez que acuerdan construir una pequeña capilla para
venerarla en un lugar próximo a la población. Comienzan las obras pero lo que
edifican se derrumba sorprendentemente, y de modo inexplicable aparecen los materiales
en el sitio donde fue hallada la imagen. Para admiración y asombro popular el
hecho se repite varias veces, interpretando que la voluntad de la Señora era
permanecer en el lugar del hallazgo, un cruce de caminos desde el que se domina
el pueblo.
Aparte
de esta antigua tradición y como hemos indicado anteriormente, no existen
documentos anteriores al primer tercio del siglo XVI, que nos indiquen la
presencia de esta devoción en Villafranca. Las primeras fuentes escritas
proceden de los protocolos notariales concretamente de 1536, año en el que
algunos vecinos legan en sus testamentos limosnas destinadas al culto de la
venerada advocación. Estas donaciones, en dinero o en especie, son una prueba
fehaciente de que en dicha fecha le ofrecían cultos de forma continua. Así lo
demuestran las numerosas limosnas que los fieles donan en sus testamentos a la
imagen y ermita de Nuestra Señora de los Remedios.
Otro
indicador que ratifica esta afirmación nos lo aportan las visitas generales del
obispado de Córdoba, en los últimos lustros del siglo XVI. En efecto, por esos
años la hermandad de los Remedios se encuentra perfectamente organizada; en
1589 cuenta con 290 miembros y podemos asegurar que es una de las más pujantes
de la localidad. Hasta tal punto, que en ocasiones apadrina otras cofradías
marianas como a la Limpia Concepción y la de Nuestra Señora de la Cabeza que, a
causa de su precaria situación económica, se encontraban en franca decadencia
En esta época las rentas de la
hermandad proceden de limosnas aportadas por los cofrades y de las sustanciosas
cantidades que recogen pidiendo con la bacina los sábados de cada semana;
también existía en la localidad la antigua costumbre de pesar a los niños y
ofrecer a la Virgen su peso en trigo. Con ese dinero costean las misas
semanales que se ofician en la ermita, las que se ofrecen en sufragio de los
hermanos difuntos y de las solemnes fiestas anuales, el día 8 de septiembre,
celebración de la Natividad; 8 de diciembre, día de la Inmaculada y último
domingo de abril festividad de la Virgen de la Cabeza, en que la hermandad
acudía en romería al célebre santuario de Sierra Morena.
Además de la cera y objetos para el culto, a
veces, las arcas de la cofradía tienen que hacer frente a gastos
extraordinarios, sirvan de ejemplo los que se producen con motivo de unas
importantes obras en el primitivo templo en las que abonan la importante
cantidad de 6.217 maravedís, para costear una reja de madera en el santuario.
Aparte de las donaciones de particulares, el concejo de la villa también
colabora con la hermandad, así en los años centrales del siglo XVI aporta 22
reales para ayudar a costear una campana destinada al pequeño templo.
4. Consolidación del culto a Nuestra Señora de los Remedios
Desde sus inicios la
imagen de Nuestra Señora de los Remedios ha gozado del fervor popular, pero es
a partir de los primeros años de la centuria del seiscientos, coincidiendo con
los brotes pestilentes que amenazan la población, cuando este fervor arraiga
con más intensidad en las tierras de Villafranca. Unas veces a iniciativa del cabildo municipal
y otras por decisión de los propios vecinos, los fieles imploran el favor
divino poniendo como mediadora a su Virgen Protectora para que los libre del
contagio o los buenos temporales propicien una buena cosecha.
Desde
los albores del siglo XVI y hasta el XX, las actas capitulares de nuestro
ayuntamiento reflejan las numerosas ocasiones que el pueblo ha acudido a la
Virgen de los Remedios. Solamente en estas especialísimas circunstancias,
trasladan su imagen desde la ermita a la parroquia para ofrecerle novenarios y
procesiones de rogativas; acompañada de las imágenes de San Sebastián y de San
Roque, abogados de la peste, cuando el mortífero mal amenazaba la población y
de las efigies de Jesús Nazareno o del Cristo de la Caridad cuando la sequía o
la constante lluvia ponía en peligro las cosechas.
Conseguido
el favor celestial, le oficiaban una solemne función religiosa de acción de
gracias y de nuevo la llevaban a su santuario, donde permanecía constantemente
y recibía los cultos anuales, especialmente la función religiosa del 8 de
septiembre en que se celebra su festividad. Asimismo, durante todo el día
celebraban una verbena en los alrededores del pequeño templo para solaz de los
vecinos.
Con el paso del tiempo, la pequeña
capilla se queda pequeña para acoger a la ingente cantidad de fieles que acuden
a ella para orar ante la Señora, por ese motivo deciden edificar una nueva
ermita de mayores proporciones. Las obras comienzan en 1701 y en ellas
colaboran la totalidad de los vecinos, unos con limosnas en metálico y otros
con trigo, aceite y especialmente con materiales de construcción y animales de
carga para que los transportaran. Además, las personas que no disponían de
recursos económicos aportaban su trabajo de manera altruista. Finalizada la
edificación, la imagen de la Virgen toma posesión de su flamante santuario, el
13 de octubre de 1731, entre el alborozo de los villafranqueños que asisten
masivamente al acto y lo celebran jubilosamente con fuegos artificiales y
vistosas danzas que aportan una nota de colorido a esta señalada efeméride.
En
los siglos siguientes la imagen de la Virgen de los Remedios continúa ocupando
un lugar preferente entre las devociones locales. A lo largo de la centuria
pasada, la prensa de la época nos describe minuciosamente los solemnes cultos
religiosos que se organizan en torno a Ella. El poder de convocatoria que
goza Nuestra Señora, mueve a los
diferentes párrocos a llevarla desde
su santuario a la parroquia, cuando se celebran jornadas misionales o
conmemoraciones marianas, para conseguir atraer el mayor número de fieles. Esto
hace que a partir del primer cuarto del siglo XX se traslade anualmente a la
iglesia mayor para ofrecerle los cultos y las jornadas festivas que
tradicionalmente se celebraban en el santuario.
Las
constantes visitas diarias a la ermita, la gran afluencia de fieles que acuden
a ella para participar en la misa que se oficia todos los sábados, así como la masiva
asistencia a la novena y a la solemne función religiosa de su festividad son
indicadores del profundo amor que los villafranqueños profesan a Nuestra Señora
de los Remedios.
4.
Coronación canónica y nombramiento de
alcaldesa perpetua de la villa
La secular devoción
que la villa señorial del Guadalquivir profesa a la Virgen va a culminar en
1986 con la coronación canónica de su imagen y el nombramiento de alcaldesa
perpetua de la villa. Ambas iniciativas parten de la comisión de gobierno de la
hermandad que recogiendo el sentir popular comienzan entusiasmados los
preparativos para llevar a buen fin tan ilusionante proyecto. La primera
reunión tiene lugar el 5 de mayo del mismo año y en ella el párroco y
consiliario de la cofradía don Tomás Pérez Escudero resume en tres puntos los
motivos que justifican la petición de la coronación canónica: La secular
veneración que en la localidad se ha profesado a la advocación de los Remedios,
probada documentalmente desde el siglo XVI; la devoción que actualmente sienten
por ella los habitantes de la localidad y de los pueblos cercanos. Por último,
indica que la idea no ha partido de la jerarquía, sino ha sido el pueblo el que
la ha promovido y el que pretende llevarla a cabo.
Teniendo
en cuenta la vinculación que a lo largo de los tiempos han tenido las
autoridades locales con la Virgen Protectora y con la finalidad de dar más
realce a estos actos acuerdan en la misma reunión: Solicitar a la corporación
municipal que nombren a la imagen alcaldesa perpetua de la villa y que se
rotule el camino que conduce a la ermita con el nombre de Paseo de Nuestra
Señora de los Remedios. Realizadas las gestiones pertinentes, el obispado da
luz verde a la coronación y los regidores aprueban lo solicitado por la
hermandad.
La
fecha señalada es el 7 de septiembre, último día de la novena y víspera de la
fiesta de Nuestra Señora. El bello marco de la iglesia mayor se encontraba
repleto de fieles, las autoridades junto con representantes de las distintas
hermandades de la villa y de las cofradías de Nuestra Madre del Sol, de Adamuz;
de la Virgen de la Cabeza, de El Carpio
y de Nuestra Señora del Campo, de Cañete de las Torres presiden el histórico acto.
En
el transcurso de la misa y tras una ofrenda floral, los hermanos mayores ofrecen
sendas coronas a monseñor Infantes Florido, obispo de Córdoba que las depositó
primero en la cabeza de Jesús y después en la de su Madre. Acto seguido, el
alcalde de la villa, en representación del ayuntamiento colocó en la mano
derecha de la imagen la vara de regidora perpetua de la villa. Los actos
finalizaron al día siguiente con la fiesta principal y posterior procesión de
nuestra Virgen Coronada. Los villafranqueños que vivimos tan emotivos momentos
eran conscientes de que estaban coronando una secular devoción heredada de sus
antepasados que la habían proclamado de generación en generación protectora,
amparo y consuelo de sus corazones de su pueblo.
El
7 de septiembre de cada año se conmemora tan gozosa efeméride con una
multitudinaria ofrenda floral en la que participan todos los colectivos de la
villa acompañados de muchos devotos. Asimismo, al día siguiente el primer
regidor renueva el título de alcaldesa en el transcurso de la fiesta solemne
que anualmente Villafranca ofrece a Nuestra Señora de los Remedios. En el año
2011 se conmemoró con cultos especiales el “25 aniversario de la coronación”.
Muchos de los que un cuarto de siglo antes vivieron ese
emotivo momento no estaban presentes, se encontraban ya disfrutando de Su
presencia en el Cielo. Pero al mismo tiempo era gratificante encontrar nuevas
caras que han recogido con ilusión el testigo de sus mayores.
BIBLIOGRAFÍA
Aranda Doncel, J. y
Segado Gómez, L., Villafranca de Córdoba.
Un señorío andaluz durante la Edad Moderna (1549-1808), Córdoba, 1992.
Segado Gómez, L.,
Nuestra Señora de los Remedios protectora de Villafranca de Córdoba.
Villafranca, 1994.
Segado Gómez, L.,
“Nuestra Señora de los Remedios Protectora y Patrona de Villafranca de
Córdoba”, en Morena López, J.A., coordinador. La devoción a María Santísima en el Alto Guadalquivir. Actas de las Jornadas sobre Advocaciones
Marianas de Gloria del Alto Guadalquivir. Córdoba, 2005, pp. 509-571.
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