El ambiente no parará hasta el domingo por la noche, con el lanzamiento de fuegos artificiales y la suelta de las vaquillas
La Luna llena se otea en el horizonte detrás de un árbol con
hojas a punto de secarse. Esta escena natural se observa en El Carpio y es
sinónimo de que el verano está a punto de acabarse y en pocas horas llegará el
otoño. En medio de esa tranquilidad pasmosa el sonido de una caseta rompe el
hielo y el ambiente que dibuja no tiene nada que ver con la crisis actual. La
gente se lo está pasando bien, disfruta y conversa entre copa y copa. Hemos
llegado a la caseta Cañambú, donde había muchas caras conocidas de esta
localidad y de los alrededores. Este municipio del Alto Guadalquivir, donde el
jueves se inició su Feria Real, se dispone a vivir mañana sábado su penúltimo día
y el domingo será la explosión de júbilo de los vecinos, que han compartido
experiencias, reencuentros y muchos emotivos momentos. Mientras tanto, los más
jóvenes gozan entre los coches de choque, la barca loca y los caballitos. Este
recinto ferial, bien acomodado y recogido, comenzaba a llenarse conforme iba
avanzando la noche y no paro hasta altas horas de la madrugada. Las casetas del
Santo Sepulcro, la de la Morenita, la Municipal y la del Prendimiento han vuelto
a estar a la altura de las circunstancias y se han acomodado a los tiempos. Así
es la feria de El Carpio, un mundo de contrastes en un espacio en el que
confluyen familias, amigos y turistas que se quedan perplejos de la riqueza
gastronómica, cultural y acogedora que este esta localidad del Alto
Guadalquivir.
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