Javier Tarín dirige en El Carpio
el único vivero de viñas de Andalucía, que se venden por todo el territorio
nacional para las distintas denominaciones de origen del vino. En esta
localidad se les conocen como “Las parras”, por la actividad a la que se dedican.
En este centro de producción de plantas, situado en la carretera de Castro del
Río, trabajan una treintena de personas durante seis o siete meses al año,
dependiendo de cada campaña. Comenta Tarín que el inicio de esta actividad se
produce con el injerto de las plantas, cogiendo un patrón y unas estacas con
una yema de la variedad que se desee. Posteriormente se introducen en unas
cámaras en las que se conservan las plantas a una temperatura de 28 grados para
que germinen, pasando posteriormente al campo, donde se plantan en el vivero.
Una vez allí se cuidan durante el verano y cuando llega el frío y se caen las
hojas, se arrancan, y se preparan para la venta posterior. Este último proceso
es el que más mano de obra necesita, sobre todo femenina.
En
este vivero se producen desde Montilla—Moriles, Pedro Ximénez, Palomino de
Xerez, Tempranillo de La Rioja y Ribera del Duero, el Moscatel deValencia, el
Airén de la Mancha, etcétera. Esta firma trabaja a la demanda del cliente y a
lo largo del año produce en torno a un millón de plantaciones. Comenta Javier
Tarín que “esto de las viñas es muy complicado, ya que un año está de moda el
blanco y otras épocas se pone de moda el tinto y hay que cambiar”.
Javier Tarín dice que esta actividad la inició
su padre en Cheste (Valencia) y que lleva quince años realizando esta actividad
en El Carpio, “sobre todo por la tierra de la vega del Guadalquivir, que es
arenosa, donde, tras las lluvias, a los dos o tres días ya puede entrar el
tractos y puede trabajar”. En esta localidad conoció a su mujer, Iluminación
Mesones, que le acompaña en esta tarea, coordinando los trabajos con las
empleadas, unas dedicadas a cortar y otras a seleccionar las diferentes
plantas.
Sin
duda, una tarea que coloca a El Carpio como epicentro regional de la producción
de plantaciones de viñas. Las operarias cortan los tallos y las raíces,
clasifican en primera y segunda categoría, se enceran y luego las empaquetan
para su posterior distribución. Un trabajo en cadena en el que trabajan una
media de treinta personas. El próximo lunes dará comienzo el proceso de injerto
para sembrar en el campo en el mes de abril. Un recorrido en el que estas
plantas alcanzan su plenitud para luego dar los vinos que llegan a las bodegas
y posteriormente a las mesas de muchos de los principales centros
gastronómicos. Fuera de El Carpio, los otros puntos donde se concentra esta
actividad es en Navarra y Valencia.
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