sábado, 14 de febrero de 2015

El único vivero de viñas de Andalucía está en El Carpio






Javier Tarín dirige en El Carpio el único vivero de viñas de Andalucía, que se venden por todo el territorio nacional para las distintas denominaciones de origen del vino. En esta localidad se les conocen como “Las parras”, por la actividad a la que se dedican. En este centro de producción de plantas, situado en la carretera de Castro del Río, trabajan una treintena de personas durante seis o siete meses al año, dependiendo de cada campaña. Comenta Tarín que el inicio de esta actividad se produce con el injerto de las plantas, cogiendo un patrón y unas estacas con una yema de la variedad que se desee. Posteriormente se introducen en unas cámaras en las que se conservan las plantas a una temperatura de 28 grados para que germinen, pasando posteriormente al campo, donde se plantan en el vivero. Una vez allí se cuidan durante el verano y cuando llega el frío y se caen las hojas, se arrancan, y se preparan para la venta posterior. Este último proceso es el que más mano de obra necesita, sobre todo femenina.
            En este vivero se producen desde Montilla—Moriles, Pedro Ximénez, Palomino de Xerez, Tempranillo de La Rioja y Ribera del Duero, el Moscatel deValencia, el Airén de la Mancha, etcétera. Esta firma trabaja a la demanda del cliente y a lo largo del año produce en torno a un millón de plantaciones. Comenta Javier Tarín que “esto de las viñas es muy complicado, ya que un año está de moda el blanco y otras épocas se pone de moda el tinto y hay que cambiar”.
             Javier Tarín dice que esta actividad la inició su padre en Cheste (Valencia) y que lleva quince años realizando esta actividad en El Carpio, “sobre todo por la tierra de la vega del Guadalquivir, que es arenosa, donde, tras las lluvias, a los dos o tres días ya puede entrar el tractos y puede trabajar”. En esta localidad conoció a su mujer, Iluminación Mesones, que le acompaña en esta tarea, coordinando los trabajos con las empleadas, unas dedicadas a cortar y otras a seleccionar las diferentes plantas.

            Sin duda, una tarea que coloca a El Carpio como epicentro regional de la producción de plantaciones de viñas. Las operarias cortan los tallos y las raíces, clasifican en primera y segunda categoría, se enceran y luego las empaquetan para su posterior distribución. Un trabajo en cadena en el que trabajan una media de treinta personas. El próximo lunes dará comienzo el proceso de injerto para sembrar en el campo en el mes de abril. Un recorrido en el que estas plantas alcanzan su plenitud para luego dar los vinos que llegan a las bodegas y posteriormente a las mesas de muchos de los principales centros gastronómicos. Fuera de El Carpio, los otros puntos donde se concentra esta actividad es en Navarra y Valencia. 

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