Tras la grata alegría del hallazgo en Pedro Abad de Apolo y Dionisio, un pequeño detalle me zozobra, un detalle que puede traernos a alguna confusión, ¿efebos? Dioses, dos importantísimos que sin lugar a dudas forman el tercer pilar de nuestra sociedad: De Roma heredamos el orden romano, de Judea la moral cristiana y de Grecia la cultura.
Es Apolo el Dios de todas las fuerzas figurativas y el vaticinador, el que inspira a Pitia en el vaticio, por cuya boca manifestaba en El Oraculo de Delfos las premoniciones solicitadas por los fieles. Sueño y delirio. Contrasta con la fracmentación diurna, la profunda consciencia de dormir y soñar, donde la naturaleza produce efectos salvadores y auxiliadores. Según Hans Sachs:
"Amigo mío, ésa es precisamente la obra del poeta,
el interpretar y observar sus sueños.
Creedme, la ilusión más verdadera del hombre
se le manifiesta en sueño:
todo arte poético y toda poesía
no es más que una interpretación de sueños que dicen verdad."
Se refiere a la bella apariencia de lo onírico, el presupuesto del arte figurativo, no solo en lo poetíco, en lo filosófico, Apolo el Dios escultorico, que de las imágenes de los sueños interpreta la vida, el resplandeciente, la divinidad de la luz, domina la bella apariencia del mundo interno de la fantasía, las artes, todo aquello que aporta sentido y dignidad a la vida. Manifestando Schopenhauer:
"Las bromas, el azar, las esperas medrosas, en suma, la <<divina comedia>> de la vida. La imagen divina del principium individuationis, por cuyos gestos y miradas nos hablan de placer y sabiduría de la apariencia, junto con belleza."
Dice Nietzsche:
"En estas divinidades artisticas Apolo y Dionisios, enlazan nuestro conocimiento en el mundo griego subsistiendo una antítesis enorme, en cuanto a origen y metas del escultor apolíneo y el arte no escultorico de la música, que es el arte de Dionisios: esos instintos tan diferentes marchan uno al lado del otro, casi siempre en abierta discordia entre sí y excitandose mutuamente para dar luz a frutos nuevos y vigorosos, de cuyo apareamiento surge la tragedia ática."
Hechando una mirada a la esencia dionisíaco, la analogía de la embriagez es la que más se aproxima a nosotros. Bien por el influjo de la bebida narcótica, de la que hombres y pueblos cantan himnos. Bajo la mágia de lo dionisiaco no solo se renueva la alianza entre los seres humanos: también la naturaleza enagenada, hostil o subyugada celebra su fiesta de reconciliación con su hijo perdido, el hombre.
Datos obtenidos de El Nacimiento de La Tragedia.-Autor Friedrich Nietzsche.
JUAN MANUEL ADÁN GAITÁN.
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