sábado, 27 de octubre de 2012

El artista carpeño Maec expone en la sala Umami de Córdoba

En Miscelánea, Maec -Seudónimo de Antonio Ángel Mariscal Gaitán, El Carpio, Córdoba, 1960-, exhibe, en UMAMI, aula de cultura umami, sala multiespacio para exposiciones, en Blanco Belmonte, nº 6, una veintena de piezas, obra sobre soportes distintos -Telas, cartones y papeles-, de vario formato, colección de técnicas mixtas en la que, este arquitecto-pintor, trazador de líneas, busca ponernos en juego frente a nuestra imaginación, insolentadamente; y donde no cabe ver otra cosa, en su quehacer, sino la destreza de la mano en movimiento, abundando en este su repertorio de trucos y trampantojos, mediante trazos, gestos y diafanidades, hasta lograr un imaginario complejo y divertido, al reclamar de nuestros ojos una vuelta a la figuración, para disfrute y goce de la mirada de cualquiera desocupado mirón.

Tienen, estas pinturas, sobre soportes varios, la poco frecuente habilidad de tratar, trazando, el esqueleto de los planos, su osatura; y hay, también, en el trazo, tembloroso y firme, de este artista-pintor, tranquilo, pausado y silencioso, un pulso basado en la apropiación del ritmo de las líneas, en sisar sus cualidades únicas e irrepetibles; por lo que, en ocasiones, su pintar se vuelve unas veces vueltas imposibles, las más revoltoso, perturbador, semejante al mundo que refiere. Maec, pertenece a la estirpe de sus contemporáneos, ve en su dibujar trazando sombras no la pintura de lo dibujado, sino la pintura que es el mismo dibujo.

Encontramos, además, en estos empuntados ensayos de su diario pintar, sobre soporte vario y distinto, una cuidada arquitectura del trazo, unos guiños seductores de los ojos, un estimulante juego de figuraciones, una selecta sucesión de metáforas del color y sus sombras, un peculiar manejo de la trama, pero sobre todo humor, escurridizo buen humor, en el uso del color; aunando rigor, levedad y saber hacer: éstos son sólo algunos de los hallazgos, en los que nos detendremos al contemplar la actualidad de la línea, que da vida y renovada fuerza a la gana de pintar, con la que se emplea este artista-pintor.

Nos invita, Maec, como el que no quiere la cosa, a retomar, en Miscelánea, con frescura y verazmente, la curiosidad por los extremos entre dibujo, pintura, collage y poesía visual, nunca del todo complacida; pero ahondando en la frescura de la línea, abundando también, en poéticas de línea clara, y donde las reapropiaciones de trazos de moderna tradición, alcanzan emocionar los ojos con gesto contundente, pulso decidido y resuelta mano. Sí, el pulso que dibuja, lenta y constructivamente, el pulso de Maec, va suspendiendo el trazo de lo pintado, hasta dejar el dibujo en su constructo, pero con su temblor y aposento en el color.

De entre estas piezas, que ahora se exhiben, parece importar bastante: de una parte, el elaborar la obra con un expresivismo figurativo en el que sorprende la indagación en el itinerario visual de su más inmediato pasado, frente a los diversos modos de ver en panorama el asunto; y, de otra, los modos de resolver, en los que su visión de la pintura o la teoría de lo visible, parece irse deslizando, de un lugar a otro, entre el azar necesario y la curiosidad desmandada, pero con una noción de unidad y seriación, próxima por actual.

Pintor secreto, Maec, muchas veces esquivo y ajeno siempre a banderías y cenáculos, lobo solitario, despliega en la presente muestra toda la fuerza de su pintar, la ebriedad del color, la sombra no del todo silenciosa de sus líneas, el vértigo de la mirada interior, el refugio en la memoria visual… No obstante, la destreza en el empleo de la mano alzada, la osadía en el uso de la línea sin más, -como viene siendo frecuente en él, desde mediados los años ochenta-, consisten aquí en disponer de una estrategia visiva, lo suficientemente penetrante, que nada escape a la exploración de los ojos, haciendo del dibujo un saludable tropiezo entre imaginar y pintar; pues, en ello, parece apoyarse esta experiencia de ver, a través del paso del tiempo pintado, su visión del tiempo pasado, su contemporaneidad. Esperemos que las piezas reunidas, en estos atrevimientos, que son también divertimentos misceláneos, den cuenta de la varia riqueza y al mismo tiempo sorprendente factura de estas pinturas no del todo secretas.

Francisco Lira
Córdoba 14-10-12 

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