Si el trabajo es inagotable –ya que por mucho que se haga siempre habrá más por hacer-, al igual que el dinero- ya que al fin y al cabo no deja de ser más que un asiento contable creado de la nada o en todo caso del trabajo-. ¿A qué se debe, entonces, el desempleo? Indudablemente a una incapacidad para gestionar el Estado o la Humanidad, o quizá a la propia naturaleza humana… Diría yo que a dos de sus “virtudes capitales” que he venido a acuñar en una: la codivia. Y ¿qué es la codivia? Pues como su nombre indica la fusión de la codicia y la envidia, la enfermedad más extendida de esta sociedad en que la máxima es “tanto tienes, tanto vales”. Bajo esta premisa es de entender que se fomente la envidia y al mismo tiempo la codicia creando al ser más despreciable: el mezquino. Y aquí está la clave del problema, la falta de generosidad. Todo el mundo quiere ser rico, y que los demás sean pobres; de ahí que el mezquino sea cada vez más una especie en crecimiento. Llamo mezquino al que pudiendo ayudar no hace nada y da igual que esté podrido de dinero o no.
Podemos ir al banco y pedir prestado y estará bien visto, pero no podemos pedir al vecino porque para nuestro orgullo no deja de ser una humillación. En estos tiempos de crisis, confieso que me he visto obligado a pedir al “amigo” y al conocido, y me he sorprendido (tampoco tanto) al comprobar que hay al que le pides 10 y te da 50 con alegría y al que le pides 50, sabiendo tú que podrías pedirle 500 (siempre prestados), y te da 10 con dolor. Y confieso también, que lo denunciaría por mezquino si no fuera porque la mezquindad aún no está tipificada como uno de los peores delitos. El día que así sea, el mundo cambiará y el hombre a sí mismo se rescatará…
Si escribo esto no es tanto para denunciar la codicia y la envidia, sino para declarar que lo importante en la vida es la Felicidad y ésta es básicamente Generosidad. Así que, aprendamos a ser más generosos y menos codiviosos.
Por Antonio Ángel Mariscal.
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