El Templo Parroquial de la Asunción, en Bujalance, es la puerta a un
fascinante espacio místico, y a un capítulo desconocido de la historia del
pensamiento en Andalucía: el que inspiró la arquitectura religiosa de este
pueblo de la campiña cordobesa, dejándonos templos con sorprendentes claves
astronómicas y matemáticas.
La Arquitectura del Sol
es un proyecto para la puesta en valor del patrimonio histórico-artístico de
Bujalance, impulsado por asociaciones culturales, administraciones públicas y
empresas del sector oleícola y hostelero.
En estos días, coincidiendo con la onomástica de la Asunción en
calendario juliano del XVI, se presentan
los resultados de la última campaña geodésica para la medición de la
inclinación de la Torre de la Asunción, y también de los trabajos de investigación
desarrollados durante el último año.
La Torre del templo de la
Asunción, la Catedral de la Campiña, es una de las más altas y bellas de la
provincia de Córdoba, con la singularidad de tener su mitad superior inclinada
unos 3.5º, próximos a los 4º de la
famosa Torre de Pisa, por lo que se la conoce ya como la Pisa de Andalucía.
Cuando se visita Bujalance, uno no puede irse sin la típica fotografía de
“apoyo” a la torre inclinada. Los
resultados de las medidas no indican cambios significativos respecto a los del
año pasado. Los informes técnicos serán enviados a la Consejería de Cultura,
para su conocimiento.
Respecto a las claves astronómicas, la carga de prueba reunida en estos
dos años es contundente: tres templos presentan orientación al orto o al ocaso
del Sol del Santo titular, las dos torres barrocas se conectan al Sol en la
línea que llamamos de San Pablo, y la iglesia conventual de las Carmelitas
Descalzas está orientada a Ávila, cuna de la orden, como émulo de quibla, algo
sin parangón en la arquitectura carmelitana. A esto se suman las marcas de
horizonte para las efemérides solares, y bellísimos poemas de luz y piedra.
La cabecera gótica del Templo de la Asunción está construida con el
número de Dios, la razón áurea, y la nave central se inspira en el diseño y
proporciones del Arca de Noé. El templo está orientado hacia el lugar
exacto del horizonte local por donde sale el sol en el día de la onomástica de
la Virgen de la Asunción [según el calendario juliano vigente en el tiempo
de su construcción, y que hoy se corresponde a nuestro 25 de agosto].
¿Qué significa todo esto? Solo podemos
sospecharlo, pero manejando la cosmovisión aristotélica de la época, creemos que estamos ante una corriente de
pensamiento próxima a la alquimia mística, y ante una versión en templo de la
piedra filosofal, que otros buscaban con la alquimia de crisol. Hablamos
por eso de “Moradas Filosofales”, o más
bien de todo un pueblo constituido en espacio místico.
Los impulsores de “la Arquitectura del Sol” esperan que este legado
patrimonial pueda llegar a constituir un importante punto de interés turístico
que contribuya a mejorar y diversificar la economía de Bujalance, pero
también un elemento para reforzar el sentimiento identitario, y un motivo de
esperanza en estos tiempos aciagos.
NOTAS:
En el tiempo de la
construcción de estos templos, el Reino de los cielos, la casa de Dios y de los
Santos, era un lugar físico, situado en la novena esfera, que giraba
isócrona con la Tierra. En la octava esfera se situaban las estrellas fijas,
y las siete esferas interiores,
transparentes, portaban el Sol, la Luna
y los cinco planetas conocidos. El
cielo, perfecto y eterno, estaba hecho de éter o de quinta essentia, que fluía
hacia el mundo terrenal generando los cuatro elementos (tierra, agua, aire y
fuego). La quintaesencia podía sublimar los metales para convertirlos en oro,
pero también el alma, para transformarla en cuerpo de resurrección. El Sol
era una fuente de quintaesencia y un
instrumento de Dios. La oración y la
intercesión de la Virgen de la Asunción, en el espacio físico de un templo
hecho con los números de Dios, obraría el milagro de la bendición para
propiciar salud y consuelo a las afligidas almas de los fieles. Este bien
pudo ser el sentido del “milagro de la luz” que hoy rememoramos.
Los campanarios de las Iglesias
de la Asunción, San Francisco y San Juan de Dios definen con precisión una
línea que marca el orto solar en el 25
de enero, la onomástica de la Conversión
de San Pablo. Pues bien, la distancia
relativa entre campanarios, medida en esta campaña geodésica, guarda la
proporción de la raíz cuadrada de dos
con una precisión sorprendente (hasta la tercera cifra decimal). Este fue
el primer número irracional conocido, y
utilizado por los grandes arquitectos como marca para reafirmar su acto
de creación. La línea de San Pablo no es, pues, una configuración fortuita.
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