Por JUAN MANUEL ADÁN GAITÁN
El otro día pregunté a una compañera de trabajo: ¿Cómo os apañáis con el hijo mientras estáis en el trabajo?- Lo mandamos a la guardería pública, mi marido lleva al niño a las nueve y media de la mañana y lo recojo yo a las cinco; el problema surge cuando a mí me toca de tarde, salgo a las diez y mi marido a las siete, así que tiene que recogerle alguien. Después está el problema de las vacaciones en las escuelas; un jaleo. Entonces surgen los lógicos comentarios por parte nuestra sobre el tema. Me dice que su hermano, manda a su retoño a la guardería privada cuyo horario es hasta las diez de la noche. Yo le respondo: Las guarderías y colegios públicos van a su rollo, pasan olímpicamente de las necesidades familiares en la sociedad moderna, al final, toca tirar de abuelos, pagar a una persona para que recoja a las criaturas, disfrutar de bajas o excedencias laborales interminables; quienes pueden. Las propuestas serias por parte de los trabajadores públicos se limitan a solicitar horarios que solucionen su problema en la conciliación familiar, la última la de los funcionarios de Euskadi que, en plena crisis, exigen abstenerse de ir a trabajar los meses de vacaciones en los colegios, para quienes tienen hijos menores de ocho años, nunca les oímos proponer cosas que se desarrollan en guarderías privadas; facilitar el servicio con horario más amplio. En colegios e institutos ofertar clases de apoyo u actividades socioculturales. Si en los países nórdicos, el alumnado, obtiene mejores notas de debe a la toma de este tipo de medidas, incluso, los días que se falte a clase han de ser recuperados.
En un momento de crisis, aplicar temas como los expuestos servirían para la creación de puestos de trabajo, aunque fuese aportando alguna cantidad económica los padres. No valen excusas, pagamos muchos impuestos; resulta falso aquello de que pagamos pocos impuestos en relación a los países centro-europeos. Si no saben gestionar nuestro dinero, ¡que se vayan!
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