sábado, 24 de agosto de 2013

BUJALANCE: Milagro de luz en la Catedral de la Campiña

El Templo Parroquial de la Asunción, en Bujalance, es la puerta a un fascinante espacio místico, y a un capítulo desconocido de la historia del pensamiento en Andalucía: el que inspiró la arquitectura religiosa de este pueblo de la campiña cordobesa, dejándonos templos con sorprendentes claves astronómicas y matemáticas.
La Arquitectura del Sol es un proyecto para la puesta en valor del patrimonio histórico-artístico de Bujalance, impulsado por asociaciones culturales, administraciones públicas y empresas del sector oleícola y hostelero.
En estos días, coincidiendo con la onomástica de la Asunción en calendario juliano del XVI, se presentan los resultados de la última campaña geodésica para la medición de la inclinación de la Torre de la Asunción, y también de los trabajos de investigación
desarrollados durante el último año.
La Torre del templo de la Asunción, la Catedral de la Campiña, es una de las más altas y bellas de la provincia de Córdoba, con la singularidad de tener su mitad superior inclinada unos 3.5º,  próximos a los 4º de la famosa Torre de Pisa, por lo que se la conoce ya como la Pisa de Andalucía. Cuando se visita Bujalance, uno no puede irse sin la típica fotografía de “apoyo” a la torre inclinada.  Los resultados de las medidas no indican cambios significativos respecto a los del año pasado. Los informes técnicos serán enviados a la Consejería de Cultura, para su conocimiento.
Respecto a las claves astronómicas, la carga de prueba reunida en estos dos años es contundente: tres templos presentan orientación al orto o al ocaso del Sol del Santo titular, las dos torres barrocas se conectan al Sol en la línea que llamamos de San Pablo, y la iglesia conventual de las Carmelitas Descalzas está orientada a Ávila, cuna de la orden, como émulo de quibla, algo sin parangón en la arquitectura carmelitana. A esto se suman las marcas de horizonte para las efemérides solares, y bellísimos poemas de luz y piedra.
La cabecera gótica del Templo de la Asunción está construida con el número de Dios, la razón áurea, y la nave central se inspira en el diseño y proporciones del Arca de Noé.  El templo está orientado hacia el lugar exacto del horizonte local por donde sale el sol en el día de la onomástica de la Virgen de la Asunción [según el calendario juliano vigente en el tiempo de su construcción, y que hoy se corresponde a nuestro 25 de agosto].
 ¿Qué significa todo esto? Solo podemos sospecharlo, pero manejando la cosmovisión aristotélica de la época, creemos que estamos ante una corriente de pensamiento próxima a la alquimia mística, y ante una versión en templo de la piedra filosofal, que otros buscaban con la alquimia de crisol. Hablamos por eso de “Moradas Filosofales”,  o más bien de todo un pueblo constituido en espacio místico.
Los impulsores de “la Arquitectura del Sol” esperan que este legado patrimonial pueda llegar a constituir un importante punto de interés turístico que contribuya a mejorar y diversificar la economía de Bujalance, pero también un elemento  para reforzar el  sentimiento identitario, y un motivo de esperanza en estos tiempos aciagos.



NOTAS:
En el tiempo de la construcción de estos templos, el Reino de los cielos, la casa de Dios y de los Santos, era un lugar físico, situado en la novena esfera, que giraba isócrona con la Tierra. En la octava esfera se situaban las estrellas fijas, y  las siete esferas interiores, transparentes,  portaban el Sol, la Luna y los cinco planetas conocidos.  El cielo, perfecto y eterno, estaba hecho de éter o de quinta essentia, que fluía hacia el mundo terrenal generando los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego). La quintaesencia podía sublimar los metales para convertirlos en oro, pero también el alma, para transformarla en cuerpo de resurrección.  El Sol era una fuente de quintaesencia y  un instrumento de Dios. La oración y la intercesión de la Virgen de la Asunción, en el espacio físico de un templo hecho con los números de Dios, obraría el milagro de la bendición para propiciar salud y consuelo a las afligidas almas de los fieles. Este bien pudo ser el sentido del “milagro de la luz” que hoy rememoramos.
Los campanarios de las Iglesias de la Asunción, San Francisco y San Juan de Dios definen con precisión una línea  que marca el orto solar en el 25 de enero,  la onomástica de la Conversión de San Pablo.  Pues bien, la distancia relativa entre campanarios, medida en esta campaña geodésica, guarda la proporción de la raíz cuadrada de dos  con una precisión sorprendente (hasta la tercera cifra decimal). Este fue el primer número irracional conocido, y  utilizado por los grandes arquitectos como marca para reafirmar su acto de creación.  La línea de San Pablo no es, pues, una configuración fortuita.


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