sábado, 12 de enero de 2013

Piedras sobre nuestro propio tejado

Oleícola El Tejar Nuestra Señora de Araceli es una cooperativa de segundo grado, integrada por 241 cooperativas de primer grado, según los datos de finales de 2011, que producen aceite de oliva en sus almazaras.
Éstas cooperativas están todas situadas en Andalucía, la mayoría de ellas en la provincia de Córdoba, y aportan a El Tejar los subproductos resultantes de la molienda de cosechas de aceituna de sus socios.
            Estos subproductos son principalmente alperujo (mezcla de alpechín y orujo) en el cual queda un aceite residual de baja calidad, que no es posible extraer en las almazaras, ya que en ellas la aceituna solo se trata con procedimientos mecánicos para la extracción de aceites de calidad.
            Además se producen, en menor cantidad, otros subproductos, como hueso, poda y hoja de olivo.
            El Oleícola El Tejar se benefician estas aportaciones de sus cooperativas socias, y como resultante se obtiene, en primer lugar, el aceite residual del alperujo, que supone aproximadamente el 35% de la facturación y energía eléctrica, que importa el 65% restante de su cifra de negocio, y que se obtiene por la combustión de toda la biomasa resultante.
            El Tejar inyecta esa importante cantidad de aceite, 24.700 toneladas, en la campaña 2010/2011, por importe de más de 18 millones de euros en el mercado, con lo cual aumenta el volumen de la oferta que produce un efecto negativo en los precios.
            Primera incongruencia: Nosotros mismos estamos colaborando a través de El Tejar SCA a bajar el precio del mercado del resto de aceites de calidad producidos en nuestras almazaras. Estamos provocando la autorregulación del mercado, a la baja, con un producto nuestro, de muy inferior calidad, y que solo supone un porcentaje de aproximadamente el 3% de la cifra total de negocio de las cooperativas. A la vez, el aceite de orujo que se coloca en el mercado, una vez refinado, o desnaturalizado, como queramos llamarle (se elimina olor, color y sabor mediante procedimientos químicos) y que ya se considera apto para el consumo alimentario humano, siempre y cuando en los envases se refleje claramente que es aceite refinado de orujo de aceituna.
            En España se produce una importante cantidad de estos aceites, que tienen poco mercado, y que es muy difícil encontrar en los lineales comerciales. Se produce una cantidad importante y se consume mucho menos de lo que se produce.
¿Dónde está el aceite de orujo sobrante, se ha esfumado, se ha evaporado o se lo ha tragado la tierra?
Nadie sabe el camino que ha seguido…
Las posibles prácticas irregulares hacen que el precio del aceite caiga cada vez más y a los que meten en la botella aceite de oliva virgen extra no le salen las cuentas.
Segunda incongruencia: Nuestras cooperativas tienen que vender el aceite de sus bodegas por debajo del costo o quedarse con él, sin salida. Pero el tiempo corre y una nueva campaña está a punto de acabar. Este año llegaremos al enlace con la nueva producción, con una cifra de 600.000 toneladas de aceite sin vender.
            En definitiva, con la venta del aceite de orujo para consumo humano las cooperativas de Oleícola El Tejar nos estamos haciendo daño a nosotras mismas. Estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado.
            La solución es de Perogrullo: Destinemos nuestro aceite de orujo a consumos alternativos, no alimentarios, como por ejemplo la elaboración de biocombustibles, aún a costa de una menor rentabilidad de dichos aceites, que se compensaría, estoy seguro, con una apreciación de nuestros aceites producidos en las almazaras, al conseguir un doble efecto: Retirada de volumen del mercado y desaparición del mismo de un producto que puede ser el origen de prácticas irregulares en la comercialización.
La situación del sector es caótica, con falta de rentabilidad y excedentes de producción.
Busquemos soluciones ya, antes de que sea tarde.
Decir que “se va a estudiar el tema”, es lo que se dice cuando no se sabe qué decir.
Estudiando el tema pueden pasarse años. Hay que tomar medidas urgentes porque nos puede ocurrir que cuando lleguemos a esas ansiadas soluciones y vayamos a decírselo a nuestros olivareros, a los socios de las cooperativas, éstos nos miren con pena, con frustración y con desencanto, y nos digan lo mismo que le reprochaban las gentes del pueblo a los miembros de la Santa Hermandad en tiempos de los Reyes Católicos, cuando casi siempre llegaban tarde a prestar auxilio en los desmanes y emergencias de la época: A buenas horas, mangas verdes.

Por LUIS RIVAS (Presidente de la Cooperativa Nuestra Señora de la Merced, de Montoro). Cooperativa socia de El Tejar.

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